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En la Gran Vía Marqués del Turia, 55, un lugar cercano al centro de bastante proyección, fue inaugurado este espléndido local a finales de 1939, con el nombre de Cinema Gran Vía, siendo su propietario el industrial valenciano José Moreno (años después abriría el D'Or), teniendo también parte en el negocio la productora local CIFESA. En foto de la época se aprecian las carteleras anunciando las películas: "María Elena" (Flor del Fuego), (1935) y "El Secreto de una vida" (1934). Tenía capacidad para 1559 localidades de las cuales 1262 eran para butacas de patio y 337 para la general que contaba con una delantera de preferente. Los porteros y acomodadores iban uniformados portando en la solapa la placa representativa del local consistente en el grabado de una cuadriga romana y las iniciales C G V., un toque que daba prestancia. Comenzaría ofreciendo películas de estreno con regular resultado pues tenía la competencia de otras lujosas salas como el Lírico, Olympia, Capitol, Rialto... A mediados de los cuarenta cambió a cine de reestreno programando películas de todo tipo, pero enfocadas especialmente a un público infantil y juvenil pudiente, anunciándose en prensa y radio como "El primer salón de reestreno de Valencia". A partir de ese momento la taquilla y el prestigio del cine funcionaría mucho mejor. Llegado 1953 pasaría a manos del ya omnipresente empresario Emilio Pechuán Giner quien lo sometió a una rehabilitación profunda cara a afrontar los años mas propicios para las salas de cine. En esta se estrenarían títulos tan entrañables como "Peter Pan", "Bambi", "Dumbo", etc. y mucho después la famosa "E. T." En 1970-71 durante un año seguido se mantendría en cartel "Love Story", aquella historia de amor hollywooiense que resultó un gran impacto en la época, las colas para verla eran impresionantes. En los años 80, cuando las cosas comenzaron a torcerse, se le dio un nuevo giro al local emprendiendo una nueva reforma para convertirlo nuevamente en cine de estreno, teniendo en cuenta su lugar de privilegio dentro de una zona de ocio y divertimento muy frecuentada por la juventud, lo que le llevaría a aguantar el chaparrón con cierta solvencia hasta junio de 1998 en que cerraría sus puertas después del provechoso éxito de "Titanic" que fue el último film en proyectarse (Foto fachada con carteles de este film del libro "Vivir para ver Cine", de Miguel Tejedor). Permaneció varios años cerrado y con la llegada del nuevo siglo se instalaría en el lugar un restaurante. Poco tiempo después pasó a albergar las oficinas del Registro Mercantil.

Imágenes y texto de Severiano Iglesias