VALENCIA - CINE ORIENTE
En 1943, siendo propietario Emilio Camps y empresario José Olarte se realizaron obras en el local, alargado y más bien estrecho de la calle Sueca, 22, suprimiéndose dos estancias que ya no eran utilizadas; el pequeño anfiteatro y el escenario y camerinos, consiguiendo de esta manera agrandar la pantalla y el patio de butacas quedando éste con 520 plazas. También se construyó una hermosa marquesina con tres grandes focos de luz colgando que daba prestancia a la fachada y protegía al cliente de la penumbra e inclemencias del tiempo. Parecía obligado el cambio de nombre pues conservaba reminiscencias teatrales del antes Salón Cine Progreso. Así se adoptó el exótico de CINEMA ORIENTE y se programaron películas llamativas como “Una tarde en el Circo”, “El tesoro de Tarzán” y “Gilda”. La primera semana de enero de 1949 tenía en cartel “Luna Llena” y “Policía Montada del Canadá”, por Gary Cooper. En esta época eran sus propietarios los herederos de Blas Nebot. El 27 de junio de 1950, un horrendo suceso aconteció entre sus paredes. En medio de una acalorada discusión con mutuas agresiones el encargado del local, Salvador Rovira Pérez, de 42 años, sufrió un golpe, al parecer fortuito en la cabeza, resultando muerto. Su contrincante, María López Ducos, de 35, trabajaba allí como limpiadora y ambos malvivían juntos en un piso contiguo al local. El cuerpo fue descuartizado y los trozos esparcidos por diversos lugares del contorno. Transcurridos dos días el olor fétido que desprendía el cine provocó las quejas de los espectadores y una inspección policial, siendo hallada detrás de la pantalla la cabeza del encargado cubierta de serrín dentro de una caja de galletas. La mujer fue detenida y posteriormente juzgada siendo condenada a seis años y un día de prisión por homicidio, más cinco meses de arresto y multa de cinco mil pesetas por inhumación ilegal. Cumplió condena y después vivió en el Barrio del Carmen. No hace falta decir que la reputación del local quedó por los suelos y solo al final de su andadura este cine, después de tres nombres diferentes (San Carlos-Acroy-Junior), lograría remontar.
Imagen obtenida del libro de Miguel Tejedor VIVIR PARA VER CINE
Colaborador: Severiano Iglesias