VILAGARCIA DE AROUSA (Pontevedra) - SALÓN GARCÍA

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Inaugurado en 1884, el Salón García de la Casa de la Cutura de Vilagarcía, ubicado en Rúa Alcalde Rey Daviña, 14, fué el primer local para actos publicos de Vilagarcía. Después de una rehabilitación reciente tiene un aforo de 252 espectadores. El espacio cuenta ahora con una puerta de emergencia, nuevas butacas que permiten ser plegadas de manera rápida, cuatro salas de usos múltiples, dos camerinos, dos baños y dos almacenes que acogerán el archivo de la biblioteca Rosalía de Castro.

Desde 1976, también el Salón Arousa alberga en su interior al Cine Club Ádega, con bastante actividad.

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Y según el periódico LA VOZ DE GALICIA, en su artículo de fecha 10/04/2013 y firmado por Serxio Gonzáñez:

ació entre 1884 y 1885, promovido por el comerciante y banquero Juan García Porto, que amasó su fortuna en Estados Unidos. A él se debe también el inmueble que hoy ocupan la consignataria Reboredo y el Banco de Santander, frente a la Alameda, una vivienda de postín a la altura de un hombre que habitualmente residía en Nueva York y no pudo ver finalizada este último empeño. Juan García fallecía en 1884 en la metrópoli norteamericana. Sus hijos, Silvestre, Ramón y José, encargaron el remate de lo que su padre ideó como un espacio de tertulia, a la usanza de los que funcionaban en las grandes ciudades, al prestigioso maestro de obras Manuel Pereiro, autor de la plaza de A Peixería. Ahora, 129 años más tarde, tras padecer todo tipo de avatares, aquel salón de estilo italiano está a punto de inaugurar una nueva etapa. Ayer, el alcalde, Tomás Fole, y su portavoz, Rocío Llovo, acompañaron al director de obra, Leopoldo Ivorra Sáenz-Díez, en un paseo por los trabajos de restauración del viejo teatro, financiados por la Diputación de Pontevedra y prácticamente redondeados.

Vilagarcía rescata así un emplazamiento histórico. El escenario, el patio de butacas -todas ellas han sido sustituidas por un sistema que permite plegarlas y retirarlas para el desarrollo de eventos que no requieran un público sentado- y las plateas han sido rescatados del deterioro en el que estaban sumidos desde hace años. El suelo, podrido por la humedad, necesitó un recambio integral. El espacio central dispone de 152 butacas, que podrán ampliarse a 250 cuando se equipen las dos plateas. Pero, sobre todo, la capital arousana desempolva los principales episodios de su transición entre los siglos XIX y XX.

Los García, que visto lo visto mojaron pan en todas las salsas de su época, promovieron la calle de Valentín Viqueira, entonces del Comercio. Ramón y José se aliaron con su primo Joaquín Martínez, que a la postre se haría con el teatro, para conceder al Ayuntamiento el crédito que permitió la construcción de la actual Casa Consistorial, entre 1886 y 1890. Ambos fueron, también, dos de los suscriptores del préstamo con el Banco de España que hizo posible el desgraciado expolio de la isla de Cortegada y su conversión en agasajo real jamás desarrollado. Joaquín, propietario del pazo de Artime, vendió al Concello por 125.000 pesetas los terrenos que en 1931 dieron lugar al parque de la playa de A Compostela. A él se debe el nombre del Salón García, que se empleó desde 1890 hasta bien entrados los años 30. Sede del Circulo Artístico y Mercantil desde 1923, bajo la presidencia de Adolfo Llovo, abuelo, por cierto, de la portavoz del gobierno local, el teatro se convirtió en el primer local estable de espectáculos públicos que abrió sus puertas en la ciudad.

Para su reapertura, explicó Fole, es preciso afinar aspectos como sonido e iluminación. En todo caso, garantizó, los grupos locales serán sus protagonistas.

Las agrupaciones locales, garantiza Fole, serán las protagonistas

de la reapertura

La intervención permite dar uso cabal a uno de los disparates más extraños a los que el descontrolado crecimiento de Vilagarcía pudo dar lugar en las últimas décadas. Fruto del convenio firmado en los años 80 para la urbanización del flanco de Ravella en el que hoy se ubican la cafetería Maty y Telepizza, sus promotores cedieron al Concello unas dependencias aisladas. Un portalón en el fondo del callejón en el que funcionan el videoclub Estévez y un bazar chino, era el único acceso a un espacio de enorme altura que jamás se utilizó para nada. Salvo como improvisado almacén para el negocio asiático, cuyos propietarios disponían de sus llaves. Con ellas, entre otras cosas, combatían la humedad que desde este excéntrico emplazamiento se filtraba hacia su establecimiento. Son 900 metros cuadrados en tres niveles que han generado dos almacenes, dos camerinos, dos aseos con ducha y cuatro salas, además de una salida de emergencia. fotos mónica irago

Colaborador: Paco Moncho Pascual